sábado, 6 de diciembre de 2014

El patio de mi abuela

terminaba en una ligustrina
hasta que mis tías pusieron pared de cemento
y el aire quedó encerrado
en un rectángulo blanco y gris
Ahora mi abuela no tiene que podarla
y cada tanto saca la manguera
para espantar el calor
pero la pared no tiene raíces
ni agujeros
Los movimientos de sus piernas
de los recuerdos, y de los escondites
de la plata
son ahora líneas confusas
que se estancan en la cama
Creo que no necesitaba
que la cuidemos tanto
Yo soy la más grande
y ella se acuerda siempre
de mi nombre
y que estoy en el último año
de mis primos no tanto.

Una hamaca paraguaya

Los cambios que pienso para mañana
hoy tienen más que ver
con la oferta inmobiliaria
que con los chicos
que eligen para llevar
lo que hay en un cesto en altura

con dos o tres más
queremos una casa con patio
con un almacén cerca
para pelearnos con el dueño
y un kiosco que venda
a cualquier hora

será el lugar
para elegir lo que podamos
estudiar una tarde
qué tomar un miércoles a la tardecita
adónde vamos el sábado

a la pared del patio
la vamos a pintar de azul
para que sea el cielo de las plantas
más todavía si conseguimos
una hamaca paraguaya.