sábado, 6 de diciembre de 2014

El patio de mi abuela

terminaba en una ligustrina
hasta que mis tías pusieron pared de cemento
y el aire quedó encerrado
en un rectángulo blanco y gris
Ahora mi abuela no tiene que podarla
y cada tanto saca la manguera
para espantar el calor
pero la pared no tiene raíces
ni agujeros
Los movimientos de sus piernas
de los recuerdos, y de los escondites
de la plata
son ahora líneas confusas
que se estancan en la cama
Creo que no necesitaba
que la cuidemos tanto
Yo soy la más grande
y ella se acuerda siempre
de mi nombre
y que estoy en el último año
de mis primos no tanto.

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