lunes, 9 de octubre de 2017

Vuelvo a casa cuando amanece


y me quedo siguiendo la noche
en el patio.
Dos toallas tendidas
para secarse entre dos sillas
están abiertas al sereno de la madrugada
y esperan, húmedas, la mañana.
Las plantas, todas en un verde oscuro
me piden un poco más
una lluvia de manguera
o del cielo.
La gata baja del techo, se mete en mi cama
a dormir con toda
la frescura de las sábanas.
Abro la heladera, saco hielo

los dedos me quedan fríos
no los siento cuando los miro
era lo que necesitaba

y me como y me lastimo
donde termina la uña
y empieza la piel.
Pienso en mis amigos
que están lejos
en los novios que tuve
hasta no hace tanto tiempo
espero que todos estén bien
no sé si logro comunicarlo.
El teléfono está sin batería
igual no debería
escribir a esta hora.
Quiero ordenar las macetas pero dejá nomás
está todo enredado
ramas, cables, yuyos
tiro de un lado
y se hace un nudo del otro.
No anda nada y no sé
si quedarme o irme
ni la gata ni las plantas
me sostienen
y yo tampoco quiero
molestarlas.
Me voy a sentar en el piso a comer fruta
si alguien me espía
desde el pasillo
con el ojo metido en la cerradura
va a ver mis rodillas contra mi pecho
y la mano cargando un bocado
rojo hasta la boca seca.

Publicado en el Fanzine Chochan n° 6.


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